En un video de dos minutos, Irma Ábrigo Plaza, artesana de la localidad de Comalle, en la comuna de Teno, muestra sus habilidades con el huso y el telar y cuenta que aprendió este oficio textil de su madre y de su abuela cuando era una niña. Su primer hilado lo hizo a los 7 años y su primer tejido, a los 12.
Su especialidad son las mantas campesinas, pero también confecciona bajadas de cama, alfombras y fajas, todo con lana de oveja que ella misma tiñe. Y no es lo único que hace. Como mujer de campo alimenta a diario a sus cabras, cerdos y aves, y hace tortillas de rescoldo para recibir a quienes llegan a comprar sus productos, avalados por el Sello de Excelencia a la Artesanía que obtuvo en 2013.
El video, grabado por su hija Ange, forma parte de la campaña Mi Casa / Mi taller que el Programa Artesanía UC está realizando en redes sociales, con apoyo del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) y el Centro de Artesanía Montecarmelo, para visibilizar el trabajo de los creadores del mundo rural en estos tiempos de pandemia. Una labor silenciosa, desconocida y a veces solitaria, que conecta sus manos con maderas, piedras, fibras vegetales, cueros, metales, lanas y otras materialidades.
La iniciativa, que arrancó en abril y se prolongará hasta agosto, mostrará en estas pequeñas piezas audiovisuales, grabadas en forma doméstica, a 45 artesanos tradicionales del territorio nacional, todos ellos ligados a la Agricultura Familiar Campesina y usuarios de INDAP, maestros en sus oficios y permanentes protagonistas en las principales ferias de artesanía y decoración.
El encargado nacional de Artesanía de INDAP, Saúl Pérez, cuenta que el proyecto se llama Mi Casa / Mi Taller porque es ahí donde estos cultores pasan la mayor parte de su tiempo, creando identidad y belleza, y donde hoy también están viviendo la crisis sanitaria. Si bien su labor no se ha detenido, sí han visto afectados sus ingresos, ya que no hay ferias donde puedan comercializar sus piezas y sus ventas directas se han reducido, en la mayoría de los casos, al mínimo.
Según Pérez, producto de esta situación hay artesanos que han tenido que comenzar a trabajar en otras labores y muchos están recurriendo al trueque para mantener su economía. “Por eso esta cruzada también busca promover las ventas de los artesanos, “porque así, quienes puedan, estarán ayudando a una familia campesina y salvaguardando nuestro patrimonio cultural”.
Irma Ábrigo dice que ha tenido suerte, porque justo cuando la crisis sanitaria cobraba fuerza recibió varios pedidos de gente de la zona para hacerles ponchos, lo que la tiene con dolor de manos pero satisfecha. También está aprovechando su quincho para vender almuerzos, como cazuela de pava y cocimientos. “Ojalá vuelva pronto la normalidad”, dice.
Otra artesana que ya apareció en los videos -que se pueden revisar en el Facebook y el Instagram de Artesanía UC- es Sandra Arriaza, cestera en hojas de choclo de Pichidegua, quien hace 20 años comenzó a trenzar las hojas del maíz de guarda, que cosecha entre febrero y abril, para hacer flores, angelitos, canastas y carteras. “Es un material noble que se puede moldear y trabajar al natural o teñido”, cuenta en el rincón donde comparte oficio, música, conversaciones y labores hogareñas con sus hijas.
El joven mapuche José Neihual también muestra su casa-taller en la Comunidad José Neculfilo, en Carirriñe, comuna de Panguipulli. Tercera generación de artesanos en madera, comenzó haciendo cucharas y pocillos y hoy se dedica a piezas tradicionales de su pueblo, utilitarias y decorativas. Usa troncos de laurel, radal, lingue, avellano, castaño y raulí que rescata de montañas y cerros, y entre sus trabajos destaca el Llahuín, batea que se usa para contener, trasladar y lavar el trigo, el mote y el maíz y que le valió el Sello de Artesanía Indígena 2017.
Con el cierre de tiendas donde entregaba sus piezas, José bajó sus ventas considerablemente, “pero hay algunos clientes que no me han abandonado y eso se agradece”. También comenta que en su pueblo la gente se ha vuelto más unida y generosa, “lo que es bueno porque había mucho egoísmo”. Aunque al inicio de la crisis hizo algunos trabajos de maestranza, hoy volvió a enfocarse en su arte: “Hay que cuidarse y tener paciencia, no queda otra”.
Marta Godoy Castillo, cestera en totora de La Serena, Sello de Excelencia a la Artesanía 2019 y Premio Lorenzo Berg en la última Muestra de Artesanía UC, grabó su video con la esperanza de que vengan tiempos mejores: “No he tenido nada de ventas y además se suspendió un taller que iba a dictar en Paihuano. Ahora estoy trabajando en cuatro canastos grandes que me encargaron en una feria del verano. Son momentos difíciles, pero lo importante es estar sano”, comenta.
También han participado en los videos Matilde Painemil Millanao, artesana textil, y Lorenzo Cona, orfebre, ambos mapuche, de Padre las Casas; Ynes Carter, cestera en crin de caballo de Rari y presidenta de la Agrupación Maestra Madre; Juan y Gabriela Ferrada, artesanos textiles de Quillón; Mercedes Huincateo, tejedora de pilwas de Puerto Saavedra; Elizabeth Choque, artesana textil aymara de Pozo Almonte, y Juan Carlos Orellana, artesano en cobre de Machalí, entre otros.