Ni la pandemia detuvo el afán de investigación de la carrera de Nutrición y Dietética UC. Así, en 2020 y 2021, académicos y alumnos de la carrera, desarrollaron proyectos para evaluar aceptabilidad y variables nutricionales de pizzas y barras energéticas a base de «grillo chileno», avanzando en el análisis de la entomofagia, alimentación a base de insectos, como alternativa para un desarrollo sustentable en la sociedad chilena.
Sebastián Tobar, chef y profesor de la carrera de Nutrición y Dietética UC, comenzó ya en el año 2018 con otros innovadores proyectos que incluyeron la degustación de empanadas a base de larvas de insectos; y ya en pandemia, migró de especie para trabajar con el «grillo chileno». La entomofagia es una realidad en varios lugares del mundo como Asia, África y Centroamérica, en los que culturalmente existen menos resistencia por parte de la población, como sí sucede aún en Chile. Larvas, grillos y escarabajos están entre las 5 variedades más consumidas por el hombre.
Como ya es de saber común, la industria cárnica es responsable de gran parte de la emisión de gases de efecto invernadero en el mundo y por ende, la entomofagia ha cobrado relevancia como una alternativa de alimentación más sustentable.
«En 2020 optamos por trabajar con grillos chilenos de los que no existe información de su consumo en nuestro país, los cuales llegaban vivos a nuestro laboratorio para luego ser congelados y finalmente fritos, pudiendo así utilizarlos como materia prima. Siempre cumpliendo con los estándares éticos de su procesamiento, comenzamos por comparar pizzas preparadas con carne deshilachada versus grillos fritos enteros, ambos sobre queso fundido. Los productos fueron degustados en una muestra de 60 personas, quienes evaluaron sabor y reacción ante la apariencia», sostiene Tobar. Para poder trabajar con datos de su contenido nutricional lo más precisos posibles, se cuantificó la cantidad de proteína de los grillos en laboratorios del INTA.
En el caso de la pizza, ambos productos contenían la misma cantidad de proteínas por porción. El académico asegura que ambas fueron bien aceptadas, aunque fue preferida la de carne, ya que el grillo se exhibió entero sobre la pizza, lo que influyó en los indicadores de apariencia. En cuanto al sabor, la pizza de grillo fue bien calificada.
Posteriormente, en 2021, con apoyo de Giovanna Valentino, nutricionista y académica de Nutrición y Dietética UC, se desarrolló un segundo proyecto para crear barras energéticas a base de grillo chileno, esta vez procesado o molido. El producto tuvo una buena aceptación en una muestra aleatoria de 36 consumidores, que no sabían la composición del producto degustado.
«En un estudio piloto con estudiantes de pregrado no observamos diferencias en saciedad y palatabilidad (aceptación) medidas con escala visual análoga cuando comparamos barras de proteína de leche con barras de proteína de grillo, las cuales tenían una composición nutricional similar. Asimismo, un estudio experimental publicado en el American Journal of Clinical Nutrition demostró efectos similares en absorción intestinal y síntesis de proteína del músculo cuando se compara la ingesta de proteína de insectos versus la láctea. Aún faltan más estudios y evidencia para realizar recomendaciones específicas, pero todo apunta a que los insectos como fuente proteica cumplirían con un perfil nutricional adecuado y serían sustentables para el consumo humano dada una menor huella hídrica y de carbono en su producción», añade Valentino.
La gran novedad del estudio fue que la barra de grillo registró buenos niveles de saciedad a los 60 minutos tras su ingesta, y en cuanto al sabor, no hubo grandes diferencias percibidas.
Ambos proyectos fueron financiados con presupuesto de la carrera de Nutrición y Dietética UC. Para ambos investigadores, sin duda la barra representa grandes oportunidades en el mercado chileno, ya que es un formato de alimento ya posicionado. «En 2022 la intención es realizar nuevas degustaciones de este producto en un grupo de deportistas, un segmento ya acostumbrado a este alimento, quienes evaluarán sabor, saciedad y apariencia, ello considerando que son un perfil de consumidores habituales más sensibles a las diferencias», precisa Tobar.
Las alumnas participantes del proyecto en 2020 fueron Isidora Pastene y Fernanda Sepúlveda, mientras que en el de 2021, participaron Belén Romero, Paulina Catalán y María José Demandes.