Desde siempre Mauro von Siebenthal, oriundo de Suiza y de profesión abogado ha dedicado su vida al trabajo. Es más en los años 70’, en Suiza, era normal trabajar parte de las largas vacaciones escolares de verano. “He sido ayudante de cocina en un camping, he vendido seguros durante mis estudios de Derecho y he colaborado con el Festival del Cine de Locarno”, señala.
Durante 25 años ha compartido un estudio jurídico con dos socios y ha dictado clases de Derecho Constitucional en un Liceo Económico. Paralelamente, durante más de 10 años, ha sido ombudsman o defensor de los derechos del pueblo -de acuerdo a la ley suiza-, de la radio y televisión pública del país europeo.
Desde el 2009 vive en Panquehue, dedicándose plenamente a la gestión de Viña von Siebenthal.
– Viña von Siebenthal fue fundada en 1998. ¿Bajo qué premisa se creó esta viña del Valle de Aconcagua?
-En enero de 1998 viajé por primera vez a Chile y llegué al Valle del Aconcagua. Quedé impresionado por la belleza del lugar que es una síntesis perfecta del paisaje chileno: Majestuosa cordillera, fértiles llanuras y fragante oleaje del Pacifico. Además me di cuenta del microclima peculiar de Panquehue era luminosidad, brisas marinas, noches frías, baja humedad, es decir, el lugar soñado para el cultivo de la vid.
Todo aquello daba sentido a un proyecto que tenía guardado desde décadas: Lograr conectarme con la tierra y producir un vino capaz de enamorar…
-¿Cómo fueron los inicios de Viña von Siebenthal?
-En mi opinión emprender es una de las actividades humanas más fascinantes. Se trata de crear algo nuevo o de transformar y mejorar algo que ya existe. No hay emprendimiento sin riesgos y todos requieren esfuerzos y a veces incluso «sufrimiento». Dentro de nuestro rubro, todos tenemos claro que emprender un proyecto vitivinícola no es un hobby ni un paseo del día domingo. Y para Viña von Siebenthal, los primeros diez años han sido como subir al monte Aconcagua a pata pelada, en una noche de tormenta y con la perspectiva no solo de no hacer cumbre, sino que de terminar en un barranco o por lo menos quedarse congelado. Sería demasiado frustrante evidenciar los problemas típicos de un proyecto pequeño, pero ambicioso respecto a la calidad del producto final. Pero desde entonces cuando un amigo me plantea involucrarse en una aventura similar, trato de pintar el cuadro con tintas fríamente realistas.
– ¿Qué es lo que más le apasiona de su trabajo?
-La paradoja es que si te gustan los desafíos, producir vinos es tu palestra ideal. Especialmente en una pyme hay que estar presente en todos los procesos. En el campo, en la vinificación, en el marketing -donde puedo contar con la ayuda de mi hijo Matteo-. En los números, en la preocupación por el medio ambiente, por el bienestar de tus colaboradores, las relaciones públicas, el mercado nacional y el internacional, el dólar, el euro, el real, la geopolítica, el turismo -tarea que afortunadamente ve mi pareja María Soledad-, etcétera.
Pero hay una cosa que es la más emocionante: Plantar una parra, cuidarla y verla crecer hasta producir los primeros racimos. Es la maravilla de la vida, del ciclo inmutable de la naturaleza.
– ¿Cómo ve el progreso de la industria vitivinícola en Chile?
-Chile tiene una posición sólida en el panorama mundial del vino. El potencial para mejorar va de la mano con lo que se está haciendo en la última década: Hilar fino en la definición de la identidad de la regiones y microrregiones vinícolas, identificar nuevas denominaciones, dar espacio y apoyo a asociaciones capaces de enriquecer el catálogo enológico nacional.
-La Viña ha ganado varios concursos, ¿cuál ha sido el más memorable?
-Especialmente en los primeros años, los reconocimientos nacionales e internacionales han sido fundamentales para «alimentar el alma», como lo ha sido el apoyo de muchos amigos y clientes. Sería injusto citar uno solo.
– ¿Qué intenta transmitir con sus vinos al consumidor chileno?
-El consumidor nacional o internacional es el centro de mi preocupación. Como productor de vinos premium estoy consciente de las altas expectativas de mis clientes. Nuestra tarea no es solo no decepcionarles, sino que ofrecer un producto que sepa superar aquellas expectativas. Nuestros vinos son productos hedonísticos cuya misión es despertar y cultivar el placer físico e intelectual del consumidor.
– ¿Cuáles son los próximos retos de Viña von Siebenthal?
-Cada año tratamos de innovar y mejorar nuestro trabajo, consolidar la marca y cuidar la calidad.
En el 2020 hemos introducido toneles de robles francés de 7.500 litros para complementar las más de 800 barricas dedicadas a la crianza de los vinos.
En 2021 hemos construido una planta fotovoltaica que nos permitirá producir 400.000 KWH al año, es decir, capaz de satisfacer el 100% de la necesidad de energía de la empresa.
Ahora estamos reemplazando el 10% de las plantas de todos los viñedos después de más de 20 años, es una labor indispensable para asegurar la continuidad y la calidad de nuestros vinos.
http://vinavonsiebenthal.com/es/