Mario Ravanal, su fundador, ha trabajado como enólogo por casi seis décadas, cultivando cuidadosamente parras que cuentan con más de cien años y conservando una de las bodegas más tradicionales y antiguas del valle.
En los campos y bodegas de Viña Ravanal existe una historia de real pasión por el vino. Sus tierras, que se extienden por las zonas de Placilla y Manantiales, pleno corazón del Valle de Colchagua, se revelan como un verdadero patrimonio vitivinícola y son trabajadas con especial dedicación bajo la atenta mirada de sus dueños. En ello radica uno de los sellos que, sin duda, marca la diferencia.
Los distingue también el rescate de un privilegiado terroir, dado por viñedos centenarios que casi permanecieron olvidados hasta 1960. Se trata de una interesante mezcla entre suelos pedregrosos, arcillosos, profundos y de origen aluvial, con un microclima de alta oscilación térmica diaria, factores que permiten una lenta maduración de la uva, y con ello, obtener gran concentración y mejor calidad. El resultado final es vinos de nivel superior, tintos robustos de excelente cuerpo y de gran persistencia, además de blancos elegantes con gran intensidad aromática.
El mérito, sin duda, es de Mario Ravanal, fundador de la viña, y responsable de profesionalizar la labor en estos terruños, alcanzando en el tiempo procesos eficientes para obtener las mejores uvas: sauvignon blanc, chardonnay y semillón, en blancas; y merlot, syrah, cabernet franc, malbec, petit verdot, cabernet sauvignon y carménère, en tintas. Hoy, la cosecha de sus viñedos –distribuidos en 120 hectáreas– permite elaborar un millón de litros de vino, producción que Viña Ravanal enfoca principalmente al extranjero, exportando a más de 50 países y siendo sus principales destinos los mercados de Asia, Brasil y Europa.
Si bien la venta al exterior es un modelo de negocio que data desde los inicios de esta empresa familiar, y sólo el 10% de la producción se queda en Chile, la bodega familiar busca integrarse aún más a la comunidad local, reforzando esta labor con un sistema propio de venta online y entrega directa, además de abrir sus puertas al enoturismo, tan potente en todo Colchagua, invitando a conocer los campos e instalaciones de la viña.
Un niño que amaba la tierra
Nada de lo que ocurre en los campos de Placilla y Manantiales sería posible sin la dedicación de Mario Ravanal Arce, fundador de la viña y quien, a sus 92 años, destaca como el enólogo más longevo en ejercicio activo de Chile. “Mi vida es el vino, y sin él no hay vida para mí. Es mi pasión, mi primer amor y mientras pueda seguiré junto a él”, afirma Mario, cuyo compromiso es tan grande que, a pesar del paso del tiempo, continúa supervisando la elaboración de sus vinos.
Su historia es la de Viña Ravanal. Nació en Ligüeimo, pequeño pueblo agrícola de la provincia de Colchagua. Desde muy pequeño, destacó por su inteligencia y perseverancia, además de su especial amor por la tierra, sentimiento que forjó con el ejemplo de su padre, un pequeño agricultor que supo advertir el potencial de su hijo motivándolo siempre a estudiar.
Terminada la educación escolar en el Barros Arana de Santiago, se matriculó en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Chile, egresando con excelencia. En 1960 fue becado para estudiar en el extranjero y llegó a formarse en enología y fruticultura con estudios en las universidades de Montpellier y Burdeaux en Francia.
Trabajó por 15 años en el Departamento de Enología del Ministerio de Agricultura y fue jefe del Departamento Enología del Instituto Nacional de Investigación Agrícola, pero decidió dejar su exitosa carrera cuando, en 1965, mientras visitaba a sus padres, se interesó por adquirir un campo cercano a Placilla donde, por entonces, se criaban animales y había algunos antiguos viñedos. Se iniciaba así Viña Ravanal.
Con el paso del tiempo, su trayectoria y toda una vida dedicada a las vides, fue reconocida en 2011 con el premio Ruy Bardosa que entrega la Asociación de Ingenieros Agrónomos y Enólogos de Chile.
Su labor es hoy un ejemplo de perseverancia, dedicación y esfuerzo. “Mis tres hijos, Carmen Paz, Pía y Mario Sebastián, han continuado mi trabajo aportando juventud, innovación y modernidad a esta empresa. Acogen la ideología de hacer vinos de gran calidad, entendiendo la responsabilidad de ser parte de una familia con tradición vitivinícola y enológica. Juntos trabajamos en la producción de vinos con los más altos estándares de calidad y profesionalismo”, comenta el fundador de Viña Ravanal.
Cuando el vino guarda historia
En la actualidad, Viña Ravanal cuenta con cerca de cien trabajadores, y sus bodegas tienen una capacidad de almacenaje de hasta cuatro millones de litros. Su producción está enfocada a la elaboración de líneas: varietal, reserva, gran reserva, premium y vinos íconos.
En la línea Premium figura Ravanal Ovation, creado para celebrar los 50 años de trayectoria de Mario Ravanal. Un exponente delicado, elaborado en base a uvas de Syrah, cuyo origen está en las primeras variedades clonales plantadas en el valle de Colchagua. Así mismo, Ravanal MR, se agrega a este interesante portafolio, expresando la filosofía, el carácter y la elegancia del trabajo enológico de Viña Ravanal. Un vino que combina los mejores lotes de Carmenere y Syrah disponibles, y que reposa por 18 meses en barricas francesas de primer uso.
Limited Selection, por su parte, es uno de los vinos más antiguos de Viña Ravanal. Surge tras el ensamblaje de tres variedades emblemáticas del valle de Colchagua: Carmenere, Syrah y Cabernet Sauvignon, y tras una paciente crianza de 14 meses. Finalmente, el top de línea es Ravanal Conmemoration, hace gala al cumpleaños número 90 del creador de la viña, reflejando su gran amor por el vino. Con una crianza de 18 meses, es la unión de las cepas Malbec y Petit Verdot, aprovechando de ambas sus notas frutales, potencia y estructura. Cada vino de la viña es un relato inigualable, especialmente, de la pasión con que la trabaja hasta hoy Mario Ravanal. Gracias a su ímpetu y empuje, hoy es posible disfrutar de vinos excepcionales, sofisticados y elegantes, en definitiva, exponentes cuya excelencia es fruto de una combinación única entre experiencia enológica, un arduo trabajo en equipo y una connotada tradición familiar.